sábado, 21 de febrero de 2015

Tomy


Tomás llegó a la casa un 23 de diciembre de 2003 como el regalo de navidad para mi papá, y desde ese día ya no fué perro porque mi papá prohibió que se le llamara así, el era el niño, el tesoro de la casa.  Al comienzo era un perro saladito .... el 25 de enero a las 3 am lo picó un alacrán y a esa hora una mañana de navidad tuvimos que salir a buscar el medicamento para él, ponerle hielo toda la noche en donde le había picado el bicho, hasta que finalmente le dejó de doler, un mes mas tarde se intentó parar dejando las manos bajo  la reja.......... otra nueva visita al veterinario, luego mi papá le dió atún.....y luego caminando con mi mamá cerca de un conjunto residencial habían lanzado un alucinógeno, el perro corrió presa de un ataque de pánico (y mi mamá nunca lo volvió a sacar a pasear), así que de regreso al veterinario.  Tomás era la alegría y el orgullo de mi papá, y cuando mi papá fué diagnosticado con cáncer y durante el tiempo que duró después solo pidió que le cuidáramos al niño.  Tomás era un buen niño, producto de la crianza de mi papá, me acuerdo que cuando todo era feliz en la casa, me sentaba en las piernas de mi papá y entonces Tomás se paraba en sus patas para lamerle la oreja a mi papá como reclamando, el es mío quítese de aqui.  No le simpatizaban los gatos, cuando los gatos se alborotaban en las noches, el ladraba por horas para mantenerlos lejos de la casa, y si por error llegaban a entrar los arrinconaba y tocaba llamar rescate para el pobre gato.  Y aunque era un labrador dorado y se podría pensar... no muerde.... error, creo que desde mi papá en adelante todos nos quedamos con un recuerdo de los dientes de Tomás, no lo hacía porque fuera malo, la mayoría de las veces nos mordió estando entre dormido y despierto.  Y aunque a mis sobrinos los asustó nunca mordió a los niños.   
Cuando mi papá se enfermó y se fué a Bogotá a recibir tratamiento, nos quedamos en la casa solos los dos, a Tomás me aferraba cuando sentía que la tristeza me ganaba, lo miraba a sus ojos color miel y poco a poco volvía a la vida.  Solía venir a despertarme temprano para que le diera de comer, el hecho de tener de cuidar del perro por muchos años impidió que me dejara llevar por la depresión.  Cuando todo estaba totalmente oscuro en mi vida, y sentía que no podía mas con la tristeza y lo único que quería era acostarme en la cama y no volverme a levantar, el perro después de dejarme autocompadecerme un rato venía a la cama y me obligaba a levantarme así fuera solo a abrirle la puerta.  Sin Tomás no se que locura hubiese hecho estos años.
Ayer viajé a Bogotá, iba a hacer un curso este fin de semana y cuando llamé a mi mamá ella llorando me dijo que Tomás se había muerto, se acostó tras del mueble, frente a la entrada del cuarto de ella y ya no se levantó mas.  
Mi niño se fué mientras estaba durmiendo, gracias por todos estos años.  Lo quiero mucho.
Matita

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