sábado, 1 de noviembre de 2025
Diálogos con el Padre
Hay muchas cosas que me hacen sentir triste, una de ellas es ver bebes o niños pequeños llorando. Si lo analizara con base en la psicología diria que tengo una personalidad maternalista. Cuando era pequeña soñaba con ser mamá y tener muchos hijos, siempre quise eso; sin embargo, la vida no me permitió ser madre, o tal vez no la vida, tal vez fueron todas las decisiones que tomé; que me llevaron al hoy, al ahora en el que mis brazos y mi corazón estan vacios.
Algunas veces mi sobrina Julieta se confunde y me llama mamá, por el lapso en que lo dice soy feliz, pero se que solo soy la tía. Nunca mamá.
Con la única persona con la que he querido se mamá fué con David, ni siquiera con Alex (el tenía todo un plan de vida para nosotros, nos ibamos a casar cuando el tuviera 30 e ibamos a tener 2 hijos; pero el rostro de esos hijos nunca fué claro para mi, eran los sueños de él, no los mios, no los pude visualizar entonces, tal vez mi inconsiente me avisaba que no habría futuro con Alex, que el nunca llegaría a los 30).
A ratos como ahora, me doy cuenta que mi vida han sido solo sueños, que no se van a materializar; por más que mi corazón los anhele. Me duele el corazón, pero mi cabeza es demasiado objetiva y me vive repitiendo las mil razones por las cuales estos sueños nunca se haran o se hicieron realidad.
Mi destino es ser espectadora, nunca la artista (soy malísima actriz). Y el hecho de saberlo, no hace que me duela menos el corazón. En ese sentido mi cabeza se equivoca. Lo peor de todo es que mi corazón cuenta con la esperanza, esa vocesita en mi cabeza que yo llamo Dios, la Virgen o simplemente la Madre. Esa vocesita es la voz de mis sueños reacios a obedecer a la cabeza y aunque me he rendido tantas veces, siempre logra infiltrarse nuevamente y por pequeños espacios de tiempo hacerme creer en la magia, los milagros, y aunque estoy en la menopausia, me convence de que voy a ser mamá. ¡Padre querido, Sara no se rió porque no te creyera, se rió porque al igual que yo su cabeza había ganado y se había rendido; pero su corazón no¡ Quisiera ser como ella y demostrarle a mi cabeza lo equivocada que estaba, pero los milagros... esos, por los que tanto he rezado no son mi destino.
La esperanza duele. Los griegos tenían razón, la esperanza no es el consuelo para los humanos, es su verdugo. Te quiero Padre, pero no entiendo que hice tan malo, que solo puedo tener este dolor. Te quiero Padre Eterno pero no entiendo porque solo puedo tener ilusiones, nunca realidades.
Te quiero y no entiendo porque debo seguir con abrazos y palabras robadas a otros.
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